4 de abril - 5º aniversario del asesinato del Maestro Fuentealba

El alba no dio su presagio
la fuente se quebraría al fin
otra lección, lejos del pizarrón
un miércoles 4 de abril
Fernando Rahe Isarelevich, en “Permiso para hablar”
Aquel miércoles 4 de abril del año 2007 los docentes de Neuquén se dirigían a cortar la ruta 22 para
conquistar el derecho a un mejor salario. Su reclamo llevaba casi un mes, y aunque sus voces sonaban cada
vez más fuerte, el gobernador se negaba a escucharlos. Ese 4 de abril las cámaras de televisión mostraban
la imagen de los maestros movilizados sin más armas que la razón y la de policías disparando a mansalva
contra ellos.
Aquel miércoles 4 de abril las cámaras de televisión mostraban a los manifestantes retirándose del lugar a
la altura de Arroyito, algunos a pie y otros en auto, y también a un maestro, que luego de asegurarse que
todos estuvieran a resguardo, se subía también a un auto. Lo que vimos después, fue la imagen más triste,
cuando una de las granadas arrojadas por el policía Darío Poblete terminaba con la vida del Maestro
Carlos Fuentealba.
A partir de ese momento, el 4 de abril dejó de ser para los maestros y profesores una fecha más para
escribir en el pizarrón, y se convirtió en un día en el que recordamos con profundo dolor el asesinato de
nuestro compañero, un trabajador que defendía la escuela pública y creía en el valor de la lucha colectiva.
Desde ese entonces, Carlos Fuentealba dejó de estar en las dos escuelas secundarias donde trabajaba,
para hacerse presente en todas y cada una de las escuelas del país, en todos los lugares en donde la
transmisión de la cultura se piensa como una herramienta para transformar este mundo injustamente
desigual.
Hoy, miércoles 4 de abril, a cinco años de su asesinato, los docentes de todo el país volvemos a darnos
nuestra cita con la historia para hablar de la vida de un hombre que alguna vez fue albañil y luego
maestro; que soñaba con un futuro mejor para sus hijas y sus alumnos y que se unió a otros hombres y
mujeres para hacer posible ese sueño. Pero también nos encuentra repitiendo una y otra vez que queremos
justicia; que no nos alcanza con que esté preso quien disparó; que exigimos que Jorge Sobisch, el
gobernador que en aquel momento dio la orden de disparar, reciba su merecida condena.
Hoy, como aquel 4 de abril, seguimos movilizándonos para que su crimen no quede impune, y seguimos
diciendo que nuestro mejor homenaje es continuar con su lucha, porque estamos convencidos de que en
cada trabajador que se organiza para defender sus derechos, en cada docente que se compromete con la
educación de su pueblo, Carlos Fuentealba está presente.

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